Sus parpados parecían querer separarse mientras miraba a su compañera. Con mucha vehemencia le preguntaba "¿¡¿Por qué lo hiciste?!?" una y otra vez, mientras caminaba entre esquina y esquina, bordeando toda la pieza. Intentaba inútilmente elevar sus brazos para agarrarse la nuca y, de alguna manera, poder gritar más fuerte. Acabó por dormirse y pasaron 3 días hasta que volvió a verla. Esta vez, solo quería un favor y ninguna respuesta: "No me dejes solo de vuelta..."
-¡Bajá la cabeza!- susurró Frank con los dientes apretados y la cara retorcida del miedo, mientras acariciaba a su gato con excedida fuerza. Estaba incomodo, y no por el hecho de tener que estar escondido en su propio centro cultural. Estaba incomodo en su vida, agotado por la realidad del caos y la maldad ajena. Esta vez, les tocaba a ellos sufrir la inseguridad. Ambos se encontraban bajo la escalera caracol de madera anticuada, tapados debajo de una sábana para intentar que no los vean entre escalon y escalon mientras revolvían y destruían la casa a su piacere. Frank ya había pensado en esta situación, y había construido la falsa puerta debajo de la escalera, escondida detrás de la biblioteca. Sabía que funcionaría, siempre y cuando Chloe se mantuviera en su posición negándole a la curiosidad. -¡Bajá la cabeza, por Dios!- volvió a susurrar luego de otra mirada nerviosa de su pareja. Los pasos se escuchaban por encima de ellos, y a cada paso el polvo se mimetizaba más en el ...
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