Siempre en época de mundiales me hacían la misma y repetitiva pregunta: "por quien hinchás?". Obviamente, la respuesta fue siempre la misma, apoyando a la albiceleste.
El tema es que yo soy orgullosamente argentino, aunque a los 6 meses de vida me fui a vivir para Italia. Mi viejo, exjugador de fútbol (de Estudiantes de La Plata acá en el país) la pegó en el fútbol italiano y nos fuimos a vivir todos para allá. Me crie en un país del primer mundo teniendo absolutamente todas las costumbres italianas. Aprendí a hablar, escribir y leer los dos idiomas a la vez: en casa hablábamos en castellano, y al salir a la calle obviamente tenía que hablar en italiano. Era muy popular allá, sobre todo por tener un padre futbolista que era el distinto del equipo del pueblo. Obviamente, jugaba en las inferiores del club y además me encantaba el tenis, destacandome también en ello.
Nunca nos faltó nada, sinceramente hablando. Mi viejo ganaba buena guita como todo negocio del fútbol europeo, aún jugando en la C, y con eso nos mantenía y hasta nos podíamos dar los lujos que queríamos. Viajes, buena casa, buena educación, chiches. No es muy usual igualmente ver gente pobre en Italia con la misma frecuencia que acá en Argentina. De hecho, la pobreza en Italia es una pobreza distinta: una pobreza que para nosotros los argentinos, ni siquiera se considera pobreza. Lo que si es usual es la diversidad de personas que te podes encontrar. En mi colegio recuerdo tener compañeros de todos lados del mundo que inmigraban hacia allí para un mejor presente: marroquies, tunisinos, albaneses, nigerianos, etc.
En fin, la idea no es describir socialmente Italia sino en que ambiente tenía naturalizado vivir yo. Una sociedad muy correcta, muy estructurada y que funciona al pie de la letra. Viví hasta mis 10 años de vida, pasando los últimos 6 meses en un pueblo llamado Gualdo Tadino de 15.000 habitantes. Localizada en la región de Umbria y bajo una montaña preciosa, era un pueblo totalmente amistoso donde, por ejemplo, era muy raro encontrar algún acto de delincuencia. Por eso, me fue tan duro el golpe de venir a vivir para la Argentina. De repente, de un día para el otro, me vi obligado a tener cuidado en la calle, a cerrar bien las ventanas de mi casa, a cerrar con llave la puerta de entrada, no andar solo. Cosas simples que yo ni siquiera prestaba atención al estar allá, por qué no era necesario.
Me encontré con una nueva realidad social y económica también, ya que nuestra situación empeoró notablemente. Mis viejos se separaron (hecho por el cuál nos volvimos) y mamá especialmente quedó con graves problemas de dinero sobre todo por que siempre se había encargado de cuidarnos y nunca de laburar. Empecé a apreciar mucho más las cosas, los pequeños detalles. Empecé a entender lo que cuesta vivir acá en comparación al primer mundo.
Me anotaron en el Bosque del Plata, un colegio católico y privado, y me encontré en un bache de mi vida completo. Tuve que empezar mi vida de cero: alejado completamente de mis amigos de toda mi vida, con mis viejos separados y con mi hermano más grande que nunca tuve mucho feeling con él, sobre todo a medida que fuimos creciendo. La separación de mis padres me sacaron las ganas de practicar cualquier deporte, comencé a comer mucho y justo por la edad engordé bastante, hecho que complicó mi integración en el colegio. Pero los años pasaron y me fui amoldando dejando atrás mi europeidad.
Crecí, me argentinicé, me hice amigos. Al pasar los años me anoté en AMEBS, un club de la Liga Amateur Platense que me transmitió y enseñó valores y mucha conciencia social. De ahí en adelante (desde los 15) nunca dejé de jugar al fútbol. Siempre jugué de doble 5 y me vivían jodiendo en el club con que era "demasiado europeo", que "no ponía la patita" pero que sin embargo era "muy elegante" para jugar. Recuerdo un técnico que me marcó, que siempre remarcaba lo bueno que era pero antes de cada partido me decía algo parecido a: "necesitas que te peguen mil patadas y pegar vos mil patadas más". Y así fue. Pasó el tiempo, aprendí a recibir golpes y darlos cuando sean propicios; me curtí, argentinamente hablando, y terminé definiendo mi posición dentro del campo de juego de enganche. Me argentinicé por completo.
Siempre tuve mucha facilidad con el colegio, pero a la vez siempre fui muy vago. Esto me llevó a no aprobar las materias en la secundaria durante el año pero las terminaba aprobando en diciembre. Pero sabía, igualmente, que al llegar la facultad y si me lo proponía, iba a andar bien.
Pero el primer año facultativo no fue así: me anoté en Ciencias Económicas, solamente por anotarme en algo ya que no sabía para donde tirar. Duré un mes. No solo por la carrera, que no me atrapó para nada, sino también por la gente que hay allí dentro. Simplemente no me gustaba el ambiente que se encontraba. Por eso cuando entré al año siguiente (este mismo año) a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social quedé fascinado y con ganas de seguir. Estoy estudiando, actualmente, la carrera que siempre quise estudiar (Periodismo Deportivo), ya que lo único que me mueve es el fútbol y los deportes. Amo la carrera, amo la facultad, amo aprender sobre el fútbol y todo lo que rodea, y amo la gente que conocí aqui dentro.
Creo mi vida está caminando a pasos agigantados y me siento totalmente cómodo y conforme. Pero todavía tengo un tema pendiente: la vuelta a Italia para volver a reencontrarme con todos mis amigos de allí.
El tema es que yo soy orgullosamente argentino, aunque a los 6 meses de vida me fui a vivir para Italia. Mi viejo, exjugador de fútbol (de Estudiantes de La Plata acá en el país) la pegó en el fútbol italiano y nos fuimos a vivir todos para allá. Me crie en un país del primer mundo teniendo absolutamente todas las costumbres italianas. Aprendí a hablar, escribir y leer los dos idiomas a la vez: en casa hablábamos en castellano, y al salir a la calle obviamente tenía que hablar en italiano. Era muy popular allá, sobre todo por tener un padre futbolista que era el distinto del equipo del pueblo. Obviamente, jugaba en las inferiores del club y además me encantaba el tenis, destacandome también en ello.
Nunca nos faltó nada, sinceramente hablando. Mi viejo ganaba buena guita como todo negocio del fútbol europeo, aún jugando en la C, y con eso nos mantenía y hasta nos podíamos dar los lujos que queríamos. Viajes, buena casa, buena educación, chiches. No es muy usual igualmente ver gente pobre en Italia con la misma frecuencia que acá en Argentina. De hecho, la pobreza en Italia es una pobreza distinta: una pobreza que para nosotros los argentinos, ni siquiera se considera pobreza. Lo que si es usual es la diversidad de personas que te podes encontrar. En mi colegio recuerdo tener compañeros de todos lados del mundo que inmigraban hacia allí para un mejor presente: marroquies, tunisinos, albaneses, nigerianos, etc.
En fin, la idea no es describir socialmente Italia sino en que ambiente tenía naturalizado vivir yo. Una sociedad muy correcta, muy estructurada y que funciona al pie de la letra. Viví hasta mis 10 años de vida, pasando los últimos 6 meses en un pueblo llamado Gualdo Tadino de 15.000 habitantes. Localizada en la región de Umbria y bajo una montaña preciosa, era un pueblo totalmente amistoso donde, por ejemplo, era muy raro encontrar algún acto de delincuencia. Por eso, me fue tan duro el golpe de venir a vivir para la Argentina. De repente, de un día para el otro, me vi obligado a tener cuidado en la calle, a cerrar bien las ventanas de mi casa, a cerrar con llave la puerta de entrada, no andar solo. Cosas simples que yo ni siquiera prestaba atención al estar allá, por qué no era necesario.
Me encontré con una nueva realidad social y económica también, ya que nuestra situación empeoró notablemente. Mis viejos se separaron (hecho por el cuál nos volvimos) y mamá especialmente quedó con graves problemas de dinero sobre todo por que siempre se había encargado de cuidarnos y nunca de laburar. Empecé a apreciar mucho más las cosas, los pequeños detalles. Empecé a entender lo que cuesta vivir acá en comparación al primer mundo.
Me anotaron en el Bosque del Plata, un colegio católico y privado, y me encontré en un bache de mi vida completo. Tuve que empezar mi vida de cero: alejado completamente de mis amigos de toda mi vida, con mis viejos separados y con mi hermano más grande que nunca tuve mucho feeling con él, sobre todo a medida que fuimos creciendo. La separación de mis padres me sacaron las ganas de practicar cualquier deporte, comencé a comer mucho y justo por la edad engordé bastante, hecho que complicó mi integración en el colegio. Pero los años pasaron y me fui amoldando dejando atrás mi europeidad.
Crecí, me argentinicé, me hice amigos. Al pasar los años me anoté en AMEBS, un club de la Liga Amateur Platense que me transmitió y enseñó valores y mucha conciencia social. De ahí en adelante (desde los 15) nunca dejé de jugar al fútbol. Siempre jugué de doble 5 y me vivían jodiendo en el club con que era "demasiado europeo", que "no ponía la patita" pero que sin embargo era "muy elegante" para jugar. Recuerdo un técnico que me marcó, que siempre remarcaba lo bueno que era pero antes de cada partido me decía algo parecido a: "necesitas que te peguen mil patadas y pegar vos mil patadas más". Y así fue. Pasó el tiempo, aprendí a recibir golpes y darlos cuando sean propicios; me curtí, argentinamente hablando, y terminé definiendo mi posición dentro del campo de juego de enganche. Me argentinicé por completo.
Siempre tuve mucha facilidad con el colegio, pero a la vez siempre fui muy vago. Esto me llevó a no aprobar las materias en la secundaria durante el año pero las terminaba aprobando en diciembre. Pero sabía, igualmente, que al llegar la facultad y si me lo proponía, iba a andar bien.
Pero el primer año facultativo no fue así: me anoté en Ciencias Económicas, solamente por anotarme en algo ya que no sabía para donde tirar. Duré un mes. No solo por la carrera, que no me atrapó para nada, sino también por la gente que hay allí dentro. Simplemente no me gustaba el ambiente que se encontraba. Por eso cuando entré al año siguiente (este mismo año) a la Facultad de Periodismo y Comunicación Social quedé fascinado y con ganas de seguir. Estoy estudiando, actualmente, la carrera que siempre quise estudiar (Periodismo Deportivo), ya que lo único que me mueve es el fútbol y los deportes. Amo la carrera, amo la facultad, amo aprender sobre el fútbol y todo lo que rodea, y amo la gente que conocí aqui dentro.
Creo mi vida está caminando a pasos agigantados y me siento totalmente cómodo y conforme. Pero todavía tengo un tema pendiente: la vuelta a Italia para volver a reencontrarme con todos mis amigos de allí.
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