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Noches mágicas de Champions League

 No recuerdo bien cuando sentí por primera vez la ardua pasión por el fútbol. Probablemente no exista una primera vez en qué me dije "mierda, cómo amo este deporte" sino más bien fue una frase que la tengo inculcada desde que tengo memoria. Entrenamiento tras entrenamiento y fin de semana tras fin de semana confirmaba cuasi inconscientemente qué era lo que más me gustaba en la vida: discutir de fútbol.

Sin embargo, mis recuerdos se ven muy borrosos a la hora de pensar en mi yo pibito y qué era lo que más me gustaba. Aún así, este es un intento de marcar un hilo cronologico de los momentos que más me marcaron y más me llamaron la atención sobre el fútbol en toda mi vida. Pero antes de empezar, debo recordarles que mis recuerdos no son a caso de la Copa Libertadores ni mucho menos del fútbol argentino: me críe en Europa y eso marca la diferencia hasta en los gustos. De hecho, llegado a Argentina en 2010, no tenía ni puta idea de quien era Falcioni, ni de quién era el Tanque Silva ni mucho menos de que era un Poroto Cubero. Mi punto de vista futbolístico era a su vez comparable con el modo de vida europeo.

Es tragicómico el pensar que pude ver la felicidad que otorga una Copa del Mundo a una nación, y que esa nación no haya sido la mía. Yo también estaba feliz, no me malinterpreten. Si había algo que anhelaba tras la famosa tanda de penales del papelito de Lehmann era que Italia los eliminen y luego triunfen en la final. Pero aún más ganas tenía de enfrentarme a Italia en esas semifinales, y obviamente aún más de que mi país gane la copa. Tranquilos, no voy a hablar del 2014. Ya demasiado hablé sobre esa final, y todavía tanto tengo para decir.

Los martes y miércoles a la noche siempre fueron intocables. Las excelentes transmisiones y coberturas de Champions League de SkySports con la conducción de Fabio Caressa me marcaron en lo más profundo de mi corazón y, de hecho, no puedo entender cómo no se trajo hasta aquí esa idea. Todos los partidos formaban parte de la misma transmisión, y te ahorraban el paso de hacer zapping (sobre todo en fases de grupo). Dependiendo de cómo iban los encuentros, su importancia, la fricción de juego, la intensidad (y tantas otras variables) sintonizaban de a ratos los partidos a ver. Ejemplo: si el mismo día jugaban Manchester United-Inter y Real Madrid-Liverpool (entre otros partidos), la transmisión haría foco en esos dos partidos, sin olvidarse de todos los demás. Igualmente, tenías la opción de poder ver el partido que quieras por separado si ese te interesaba más que los otros. No era nuestro caso. 

Todos los martes y miércoles conectados a la televisión. Eran las famosas "Noches mágicas de Champions League" que tanto se habla. Y cómo toda jornada de UCL, conllevaba conversaciones y charlas en el colegio a la otra mañana. Probablemente, el primer suceso que me llevó a admirar este torneo fue el gol de Mancini ante Lyon en Octavos de Final, 2007. Una bicicleta sumamente estética y efectiva para ganar el 1v1 entrando al área y posterior fulminación al primer palo, rozando el travesaño. Y no, nunca fui hincha de la Roma, pero el fanatismo de mi hermano hacia ese club me hizo sentir cosas fuertes a tal punto de emocionarme por el golazo que había hecho el brasileño. Sin embargo, la Roma tuvo ese auge de felicidad hasta el apabullante 1-7 sufrido en el Old Trafford contra un equipo de estrellas: y aquí encontré el nexo para mi segundo gran recuerdo. Ese equipo del Manchester United lo era todo: Van der Sar, Heinze, Ferdinand, O'Shea, Carrick, Giggs, , Rooney, CR7. Igualmente, jamás hubiera pensado que la Roma sería aplastada de esa forma. Y así y todo, a la otra mañana me animé a comentar el golazo que hizo De Rossi de media vuelta y sin mirar el arco para hacer el gol del orgullo. Un gesto técnico tan pero tan hermoso que dentro del escandalo que fue la Roma me hizo dar cuenta del nivel que se manejaba, aún perdiendo tan abultadamente.

Esto me lleva al otro gran recuerdo que tengo. A la cabeza de Italia estaban Inter, Milan y Juventus (recién ascendido tras el VERGONZOSO caso de corrupción). Sin embargo, el Milan de Ancelotti parecía ser el único capaz de pelear por la Champions League y le tocaba enfrentarse, ni más ni menos, que al equipo de Ferguson que le había hecho 7 goles a la Roma. Parecía difícil la contienda, pero el Milan contaba con una infinidad de jugadorazos élite con la base de la copa ganada en Estambul 2 años atrás: Dida, Nesta, Maldini, Gattuso, Pirlo, Seedorf, Kaká. Y acá me freno. Lo que era Kaká en ese momento, era comparable con los grandiosos jugadores que marcaron época. Era el jugador más completo que había en el momento: pases milimétricos, cambio de ritmo, agilidad mental, pegada, definición, regate. Venía de hacerle un gol agónico al Celtic para pasar a cuartos, y de un gol de penal ante Bayern. Pero nada cómo lo que hizo en Old Trafford. El primer gol (tras superar a Heinze) fue solo un presagio de lo que vendría. Aún recuerdo los segundos antes de definir tras dejar tirados a Brown y Ferdinand con un control de cabeza INFERNAL para marcar su doblete (y de hecho, previo a ese control de cabeza, hubo otro muy parecido para sacarse la primera marca). Esos segundos eternos en que solo pensas "POR FAVOR, HACELO". Sin embargo, un golazo de Rooney un minuto antes del final opacó completamente el partido que había hecho Kaká ese día, que, 13 años después, puedo afirmar que fue una performance histórica. Pero estos partidos jamás quedan en la nada: una semana después, en una noche lluviosa en San Siro, Kaká abriría el marcador en un partido que terminaría 3-0 y pase a la final. Y, del otro lado, la histórica tanda de penales entre Chelsea y Liverpool en Stamford Bridge donde el único recuerdo que tengo es el penal errado de Robben.

Demás está recordar la final de aquella Champions: el doblete del histórico 9 Pippo Inzaghi (y mejor festejador de goles en la historia, en mi opinión) con asistencia deluxe de Kaká en el segundo gol para cumplir con la famosa frase "el fútbol siempre da revancha", recordando la increíble noche en Estambul. Esa fue la primer gran Champions League que viví con la pasión y entendiendo la grandeza de los equipos y jugadores que allí participaban: ese fue el primer impulso para disfrutar a fondo la Champions obtenida al otro año por el Manchester United. Cómo me voy a olvidar del resbalón del capitán inoxidable John Terry para darle la orejona a los Red Devils. Cómo me voy a olvidar del GOLAZO de Scholes para eliminar al Barcelona en semifinales. Pero otra vez, "el fútbol da revancha": un año después, ese mismo United, es derrotado en Roma por el mejor equipo que mis ojos pudieron ver. 

Esa final me marcó muchísimo. Meses antes, ya sabiendo que la final sería en Roma, mi hermano había pedido entradas para ir a ver ese partido cómo regalo de cumpleaños. Fuimos 4 los nominados de la familia para salir sorteados, pero sólo 2 nombres terminaron saliendo sorteados: el de mi viejo, y el mío. Al ser regalo de cumpleaños de mi hermano, me "robaron" la chance de vivir una final de Champions. Lo entiendo perfectamente y no guardo rencor. Recuerdo hinchar por el Manchester United en esa época: mi amor por Messi aún no se había desenvuelto en todo su esplendor y el equipo de Ferguson me transmitía muchisimos sentimientos futbolísticos. Aún así, festejé el gol de Messi con todo mi corazón, mientras reía de su festejo con el botín en la mano.

Quien diría que ese año saldría campeón de la Libertadores el club de los amores de mi familia. Quien diría que ese año viviría una final entre el mejor equipo de la historia, y el club que hizo posible mi vida en Italia. Quien diría que al año siguiente, al volver a Argentina, vería salir campeón a Estudiantes de La Plata. Y tras todo esto, me debo preguntar... Como mierda no me va a gustar el fútbol, si mis más lindos recuerdos conlleva una pelota de por medio?


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