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Vacíos

Pasa el tiempo, cae el sol. El único lugar en el que estoy hace horas es mi cama. Siento calor, y a la vez frío. Me siento bien, hasta que pienso. Me siento bien, hasta que no hay más compañía. Hasta que mi única compañía, es mi cuerpo. Y viajo. Y pienso. Y recuerdo. Y los recuerdos abundan, y los dolores no cesan. Hasta que me duermo.

Y despierto. Con sueño, con malestar. Con dolor en el cuerpo, por no haber dormido. Y el cansancio se acumula hasta que, un día, duermo por 12 horas de corrido. Los espíritus del recuerdo suelen atacarme de noche. Y si bien de día también lo hacen, de día no me siento solo. La oscuridad me invade. No veo remedios, ni salida. No veo compañía, ni luz. A veces, preferiría no estar. O mejor dicho: a la noche, preferiría no estar. Por lo menos cuando estoy solo. 

En el viaje al sur, y en su respectiva vuelta a casa, me sentí capaz de estar conmigo mismo. Anhelaba muchas cosas y descubrí qué me gusta y qué me gustaría ser. Anhelo una vida sana, prospera, tranquila. Con gente que me quiera a mi alrededor, haciendo día tras día mi deseo realidad, cumpliendo con las metas que alguna vez me propuse. Pero la noche invade. El calor agobia. La cabeza satura.

Ay, cabeza mía, como me gustaría silenciarte a veces. Ay, cuerpo mío, como me gustaría apagarte. Como me gustaría rebobinar el tiempo, y actuar distinto. Porque esas acciones me marcaron. Y si, mucha gente me ha dicho que saldré adelante, que me tengo que renovar. Que me tengo que perfeccionar como persona y que es momento de pensar en mi.

Pero lo que la gente no entiende, es que el problema fue siempre el pensar en mi. No es el hecho de estar roto y sanar con el tiempo. Es el hecho de haber roto, y no poder hacer más que alejarse para sanar(lx). Porque siempre supe como salir adelante y sanarme a mi mismo. Pero este caso es distinto... Porque no depende de mi.

El dolor máximo no está en lo que unx te hizo. El dolor máximo está en haber sido tan ciego, al punto de romper otra alma. Y, créanme, el dolor más inmenso de todos es el saber que rompiste otro corazón. Que rompiste otra alma. Que rompiste su confianza, su bienestar. Su alma. Y eso, por más que lo quiera con todo el mundo, no sana. Ni se si sanará alguna vez. 

Aún así, voy para adelante. Con la cabeza saturada.

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