Si hay alguna canción que me ha hecho llorar, emocionar, identificar, crucifijar ideas, sepelir sentimientos, ha sido esta. Unx en cuanto entra en algún amorío, comienza a entrar en situaciones en las cuales, si no se está preparado (sobre todo mentalmente), y donde unx mismo no está bien, se le empieza a descarrilar el tren. En situaciones en donde se debía aprender solx, el acompañamiento, por más placentero que fuere, no servía. Los consejos no se terminan de tomar como simples consejos, y la ceguez logra que escuches simplemente esa versión de los hechos. "Te obedecí hasta donde pude, MI GENIO AMOR". Llega un punto, que las situaciones no se toleran, y ni el corazón, ni el cuerpo, ni la mente, tolera aquel abismo, ni pretende cambiar más, ni debería haberlo hecho. "Por un corazón que no puede cumplir más promesas ya".
Sobre todo, la estrofa que más me "dañó" (hablando de daño, como un dolor necesario), siempre fue "Los genios son buenos servidores y malos amos. Si les has visto primorosos caíste en el lazo". La imagen que demuestra, y siempre demostró, fue la perfección. Aquella perfección te lleva a la idealización, y la idealización te lleva a no aguantar la no-perfección. En cuanto tu genio se convierte en tu amo, lo verás como algo perfecto. Algo intocable. Y en cuanto caes en esa atadura... no vendrá más que daño a futuro.
El toxicismo daña, pero hace aprender. El toxicismo es cruel, y es idealización. Pero si de los errores no se aprende, el ser humano no crece.
Mi problema fue que no tuve un Genio Amor. Yo fui el Genio Amor. Y de serlo, aprendí a no querer serlo nunca más.
Comentarios
Publicar un comentario