Hay varios años de mi vida que me han cambiado drasticamente en lo personal. No voy a entrar en detalles de lo personal, porque no es el objetivo de este texto. Vuelvo al año 2013, año en el cual comencé a tomarme micros para volver desde el colegio hasta mi casa. Si mal no recuerdo, en ese año eramos 16 o 17 compañeros de clase, con los cuales tenia mucha afinidad con 2 o 3. Con los demás era, literalmente, un hola-chau diario, para volver al hola la otra mañana. No conversaba mucho con mis demás compañeros, era bastante cerrado y mi cualidad principal claramente no era la socialización. El hecho parte desde el momento en que, a la salida del colegio, compartíamos parada y espera de micro con un compañero el cual nos diferenciabamos mucho, pero no teniamos ni idea de la vida del otro. No teniamos relación alguna más que ser compañeros de aula, y nunca hubiese imaginado poder compartir cosas con él.
La espera de micro marcó epoca. Mi día antes de estar acompañado en el 273 cartel verde, por lo general, terminaba ahí. Solía volver a mi casa y estar solo lo que restaba del día a menos que se organizara alguna reunión con mis otros (y unicos) amigos. La vuelta a casa pasaba de ser rutinaria, a descubrir una persona con la que, con el tiempo, empezó a ser cada día más cercana. Creo no tardó más de una semana hasta la primera invitación de Augusto para compartir una tarde en su casa. Y al otro día otra invitación. Y al otro otra. Y otra.
En un abrir y cerrar de ojos, ya no era simplemente una espera de micro, un viaje, y "adiós, nos vemos mañana". Eran repetidas invitaciones de merienda, charlas, juegos. Fue la persona que me "convirtió" en Ricotero, que me enseñó a amar y analizar el Rock Nacional, descubriendo día a día nuevas bandas que ni se presentaban en mi vida. Al gustarme tanto las cosas que me mostraba, comenzamos a compartir gustos. Comenzamos a hablar de temas que en mi vida habia tocado y que, sencillamente, me volaban el bocho. Me encariñe muchisimo de él y su familia hizo su parte para que me enamorara de ellos y me sienta un pedacito mas, todos los días. De repente, tenía una segunda familia.
Ya pasaron 7 años desde que esta relación se empezó a formar. Una relación sana que pocas veces (para no decir nunca) tuvo bajos. Una relación sincera y cruda, pero sencillamente fantastica. Mutuamente hubo aprecio y cariño y, con los años, no hizo más que alimentar una amistad que va a quedar para toda la vida. Desde esos hechos, es mi mejor amigo y mi segunda parte. Es la persona con la que mas cosas compartí, y todavía más cosas quiero compartir.
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